Imagina esto: un día estás en tu oficina, pensando en cómo cambiar el mundo (bueno, al menos el mundo de la moda), y de repente te das cuenta de que todo lo que haces no tiene sentido. O al menos cómo se están haciendo las cosas sientes que carece de sentido.

Sí, suena dramático, pero así fue como comenzó todo. Me di cuenta de que estaba invirtiendo mi tiempo y energía en crear cosas que, en realidad, no durarían más de una temporada. Y entonces pensé: ¿qué sentido tiene tu trabajo si no deja una huella? ¿Vine al mundo realmente a hacer cosas que terminen en una pila a 2 USD? 

Decidí que ya era suficiente

La industria de la moda rápida y desechable no era para mí. Nunca lo fue, no se si es la hipersensibilidad o mi ojo regodión que siempre me han llevado, sin saber, a sentir atracción por los mejores materiales, a reconocer un chaleco con acrílico al simple tacto y a fascinarme por la única seda de un galpón sólo porque su brillo me llamó la atención.

Así quise arrancar con Nothing, Please: una marca que no sea ropa, sino una forma de pensar diferente. Quería crear piezas que duraran en el tiempo, que tuvieran sentido, porque si no, ¿en qué estás gastando tu vida al final del día? 
Decidí pasar de la alta costura a hacer prendas que pudieras usar en el día a día porque, al final del día, quién usa un vestido de novia, hecho de manera sostenible en el día a día? Necesitaba dar un paso más allá. 

Todo empezó en Chile, mi adorable país. Fue aquí donde intenté hacer algo diferente: ofrecer alta calidad a un precio competitivo. Me sentía como una especie de Marie Curie de la moda, tratando de encontrar una fórmula que funcionara. Pero, sorpresa, sorpresa, me encontré con la dura realidad de los costos y el margen. Resulta que tenía el producto adecuado en el mercado equivocado. El mercado chileno no quiere  gastar en la calidad que ofrecíamos. Fue entonces cuando decidí que tenía que llevar mi propósito a un lugar donde pudiera mantenerse fiel: Desde Estados Unidos, distribuir el resto del mundo.  ¿Estará allí la gente dispuesta a pagar por prendas de calidad?

¿Y si en verdad me pegué en la cabeza?

Lo admito, suena innecesario. Una decisión arriesgada y descabellada, pero estaba convencida de que tenía un propósito mayor. Estaba dispuesta a sacrificar un mercado conocido por uno desconocido para mantenerme fiel a mi visión. Quería que Nothing, Please fuera una causa por sí sola, algo que pudiera desprenderse de mí y tener su propio impacto. En Chile, mi trayectoria le daba respaldo, pero en Estados Unidos, quería que Nothing se sostuviera por sí misma. Y confieso que no lo pensé mucho, porque si le daba dos vueltas, estaría de acuerdo con ustedes en que estaba loca (a ratos creo que lo estaba) 


Y aquí estamos, reiniciando esta nueva aventura. Cada prenda que creamos no solo busca hacerte lucir bien, sino también hacerte sentir bien, sabiendo que estás contribuyendo a un mundo mejor. Estamos en esto juntos, demostrando que a veces, nada es todo.

Gracias por acompañarme en este viaje. Prometo mantenerte al tanto de cada paso que demos, con todas las locuras y desafíos que enfrentemos. Porque, al final del día, ¿qué sería de la vida sin un poco de caos y un propósito que realmente valga la pena?

con cariño, and have Nothing, please.

Daniela,